Deberíamos
evitar la tentación de dictar clases magistrales. La clase magistral
tiene una cuota de autoengaño: el docente percibe que dio la clase bien y
entiende que el tema, por añadidura, se aprendió bien. A una exposición
prolija, un aprendizaje pulcro y ordenado. Pero es muy común que los
estudiantes digan: "sabe mucho del tema, pero no le entendemos nada".
Uno debería invertir más tiempo en pensar: ¿cómo debo enseñar el
contenido de mi clase? Un ejercicio posible es pensar qué y cómo enseñar
si solo tengo una única oportunidad de dar clase a estos estudiantes, o
cuáles son las cinco cosas que no deberían dejar de saber (RL,
Universidad ORT, Uruguay).
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