domingo, 25 de noviembre de 2018

¿En qué medida el fútbol (como espectáculo) refleja las tensiones o conflictos de una sociedad?

Docente: De Angelis, Magdalena (Prof. de historia)
Materias para las que sirve la secuencia: Historia. También: Comunicación-Política y ciudadanía-Sociología- Construcción de la Ciudadanía- Literatura.
Objetivo de la secuencia: Indagar  junto a los estudiantes las causas que generan sucesos violentos en los espectáculos deportivos, y en qué medida los medios masivos de comunicación intervienen ante los mismos.

¿En qué medida el fútbol (como espectáculo) refleja las tensiones o conflictos de una sociedad?

Sobre el presente me interrogo
            Como sabemos el domingo no se jugó un partido importante en la Argentina. Durante horas, miles de personas permanecieron reunidas frente al televisor. Sus vidas se organizaron ante tal evento. Algunos gritaban, con mayor nivel de ira y enfado, otros se reían sarcásticos de lo que ocurría, muchos indagaban sus celulares compartían memes “graciosos” o audios que tejían especulaciones, también estuvieron quienes se avergonzaron por la imagen que dábamos al mundo. Entretanto alguno decía a viva voz la decisión que debía tomar tal o cual persona/institución.  En fin, una realidad fue televisada y muchos se sintieron espectadores o protagonistas.
            Este fenómeno, que sin duda es de tipo social, podría ser un reflejo o una foto de las tensiones acumuladas o conflictos presentes en una sociedad de un determinado momento. Para poder establecer comparaciones y problematizar sobre el presente y el futuro es necesario acercarnos un poco al pasado.
Un acercamiento al pasado desde la literatura.
Te proponemos escuchar y/o leer el cuento de Hernán Casciari “Teníamos un juguete”. Luego pensar y debatir a partir de la siguiente pregunta: ¿Por qué se rompió el “juguete”?

 Un pasado no tan lejano: La Tragedia de Heysel” (1985)
Es interesante indagar sobre Tragedia de Heysel”. La misma se dio el  29 de mayo de 1985 en el Estadio de Heysel de Bruselas, en Bélgica. Allí murieron, en el que murieron 39 personas y 600 resultaron heridas.
Analizar detenidamente: ¿Qué afirmaciones pueden extraer de la siguiente foto? http://www.elgrafico.com.ar//advf/imagenes/54208bca6ba25_870x0.jpg.

Investigar sobre: ¿Cuál fue el contexto de ese partido? ¿Qué decisiones generaron el hecho? ¿Qué sucesos lo desencadenaron? ¿Cómo lo retrató la prensa?
Para un primer acercamiento pueden ver el siguiente vídeo:  https://www.youtube.com/watch?v=7IEEoPvtT-0
Un poco de teoría:  
            ¿Por qué es en el fútbol (en su fase de espectáculo) que ocurren estos fenómenos? La teoría social en muchas oportunidades puede ser de utilidad. En este sentido es interesante lo que dice  Elias, N y  Dunning, E (1985)
"En cuanto a la emoción está bastante reprimida en la ocupación de aquello que se encara habitualmente como las actividades serias de la vida -excepto la excitación sexual, que está más estrechamente confinada a la vida privada-, muchas ocupaciones de ocio ofrecen un soporte imaginario que se destina a permitir la emoción, a representar, de alguna manera, lo que tiene origen en muchas situaciones de la vida real, aunque sin sus peligros y riesgos."
Debatir: ¿Qué plantea la anterior cita? ¿Considerás que puede ayudarnos a explicar nuestra realidad actual? ¿Podrías dar un ejemplo?
Redactar una conclusión final a partir de la pregunta- problema ¿En qué medida el fútbol (como espectáculo) refleja las tensiones o conflictos de una sociedad?
Bibliografía
CASCIARI, Hernán. Teníamos un juguete, 2015, en https://editorialorsai.com/teniamos_un_juguete/.

ELIAS, Norbert e DUNNING, Eric. A busca da excitação. Lisboa: Difel, 1985



lunes, 13 de junio de 2016

Unidad 3 : Los años 70. Movilización social.

VEA EL SIGUIENTE VIDEO Y TOME NOTA EN SU CARPETA SOBRE 10 ELEMENTOS CENTRALES DEL MISMO

jueves, 9 de junio de 2016

UNIDAD 2

Temas: El Humanismo. El Renacimiento. (actividad para el 15/6)


 1. Analizá las siguientes obras e indicá cual te parece propia del Renacimiento. Indica a que etapa   del mismo pertenece. Justificá tu respuesta. 

Obra 1                                                    Obra 2























Temas: El final de la unidad religiosa: La Reforma Protestante y la Contrarreforma. Las Guerras de Religión. (Actividad para el 22/6)
2.  Elabore un esquema o cuadro con la información más importante de la  Reforma Protestante y la Contrarreforma.



lunes, 6 de junio de 2016

Unidad 3. Los años 70. Movilización social.



1- Mire atentamente el siguiente documental sobre Ezeiza.
2. ¿Cómo se organizó dicho acto? 1.00 p
3. ¿Cuál fue su resultado? 2.00 p
4. ¿Qué era la teoría del cerco? 3.00 p
5. Elabore una reflexión crítica sobre la mirada del documental. Justifique dicha visión (para ello puede utilizar la bibliografía trabajada en clase) 4.00 p

miércoles, 11 de mayo de 2016

UNIDAD 3: EL 17 DE OCTUBRE DE 1945

Seleccione una de las siguientes actividades.
A- Lea atentamente el relato y observe con detenimiento las siguientes imágenes. ¿Cuál consideras que se asemeja más al relato y las imágenes? ¿Por qué?


Relato testimonial de Sebastián Borro, un obrero que participó de la jornada aquel 17 de octubre, aparecido en La Opinión Cultural el 15 de octubre de 1972.
El 17 de octubre de 1945 me encuentra cumpliendo tareas en un establecimiento metalúrgico ubicado en Constitución, sobre las calles Luis Sáenz Peña y Pedro Echagüe. Yo tenía entonces 24 años de edad. Mi oficio era oficial tornero mecánico… En la mañana del 17 de octubre, aproximadamente a las 9, grupos de personas venían desde Avellaneda y Lanús avanzando hacia el centro de la ciudad. Pasaron por la calle Sáenz Peña, observaron que había un taller mecánico (donde trabajaban 130 personas) se acercaron a nosotros y nos dijeron: “Muchachos hay que parar el taller, hay que salir a la calle a rescatar a Perón”.
Las noticias que teníamos en ese momento eran que Perón estaba detenido y que todo lo que se hacía era para rescatarlo. Efectivamente, el taller paró y la gente salió a la calle. Algunos fueron a sus casas. Pero la gran mayoría siguió con los compañeros que venían del sur. Fuimos caminando hacia Plaza de Mayo y habremos llegado aproximadamente a las once y media, porque en el camino íbamos parando los diversos establecimientos de la industria metalúrgica y maderera que había por Constitución.
A esa hora no había tanta gente como la que hubo por la tarde, que cubrió toda la Plaza. En la marcha hacia allí se pintaban sobre los coches, con cal, leyendas como “Queremos a Perón”. También sobre los tranvías. La gente se paraba y reaccionaba a favor de la manifestación que iba a Plaza de Mayo para tratar de cumplir con la idea que tenían los que habían organizado eso. Perón había aplicado leyes nuevas y otras las había ampliado: pago doble por indemnización, preaviso, pago de las ausencias por enfermedad. Eran cosas que antes no se cumplían; hasta ese momento, donde yo trabajaba, no se cumplía ninguna de esas leyes. Le voy a decir más: creo que pocos días antes de su detención, Perón había conseguido un decreto por el que se debían pagar al trabajador los días festivos: 1º de mayo, 12 de octubre, 9 de julio, etcétera. Recuerdo que uno de los patrones nos dijo entonces: vayan a cobrarle a Perón el 12 de octubre (ya estaba detenido). Después del 17 de octubre cobramos ése y muchos días más.
La Opinión Cultural, 15 de octubre de 1972
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

B- Lea atentamente los siguientes textos. Identifique en cada uno de ellos los protagonistas del 17 de octubre de 1945, así como los objetivos que perseguían.

Texto 1: el periódico “La Vanguardia”, órgano de difusión del Partido Socialista, el 23 de octubre, analizó los acontecimientos ocurridos el 17 de octubre.

“Los obreros, tal como siempre se ha definido a nuestros hombres de trabajo, aquellos que desde hace años han sostenido y sostienen sus organizaciones gremiales y sus luchas contra el capital; los que sienten la dignidad de las funciones que cumplen y, a tono con ellas, en sus distintas ideologías, como ciudadanos trabajan por el mejoramiento de las condiciones sociales y políticas del país, no estaban allí. Esta es una verdad incuestionable y pública que no puede ser desmentida: si cesaron en su trabajo el día miércoles y jueves no fue por autodeterminación, sino por imposición de los núcleos anteriores, amparados y estimulados por la policía.”
La Vanguardia”, 23 de octubre de 1945.


Texto 2: “Historia Crítica de los Partidos Políticos”, del historiador argentino contemporáneo Rodolfo Puiggrós.

 “El proletariado que desencadenó la huelga general revolucionaria de los días 17 y 18 de octubre de 1945 actuó movido por dos imperativos, aparentemente antagónicos entre sí, provenientes de su propia naturaleza de clase, es decir que no le fueron impuestos por ninguna fuerza externa a él mismo: la espontaneidad y la autoconciencia. Su espontaneidad se reveló al no obedecer a ninguna orden de arriba –ni siquiera de Perón, que se había despedido de los obreros recomendándoles: ‘De casa al trabajo y del trabajo a casa’– y al obligar a los dirigentes de la CGT y de los sindicatos a plegarse al paro. Sin embargo, esa espontaneidad no era arbitraria, ni puramente instintiva, pues si la ofensiva oligárquico-imperialista provocó el estallido del ‘pathos’ proletario, también despertó en los huelguistas la autoconciencia de que ellos, y solamente ellos, podían evitar la pérdida de sus conquistas. De ahí que vivieran una jornada desenajenante, en la cual la gravedad de la lucha aparecía cubierta por el desborde dionisíaco de las pasiones reprimidas.”

Puiggrós, Rodolfo. “Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos (III)”. Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.


Texto 3: “El huracán de la historia”, del libro “El 45” escrito por el historiador argentino contemporáneo Félix Luna.

“Empezaba la mañana cuando comenzaron a llegar rotundos, desafiantes, caminando o en vehículos que habían tomado alegremente por asalto y cuyos costados repetían hasta el hartazgo el nombre de Perón en tiza, cal y carbón. A medida que avanzaban, las cortinas de los negocios bajaban abruptamente con tableteo de ametralladoras. Venían de las zonas industriales aledañas a Buenos Aires. Nadie los conducía, todos eran capitanes.”
Luna, Félix. “El 45. Crónica de un año decisivo”. Buenos Aires. Sudamericana, 1999.



unidad 3: peronismo

1- Escuche y siga con la lectura el siguiente cuento de Osvaldo Soriano: "Aquel peronismo de juguete"


Aquel peronismo de juguete.
Cuando yo era chico Perón era nuestro Rey Mago: el 6 de enero bastaba con ir al correo para que nos dieran un oso de felpa, una pelota o una muñeca para las chicas. Para mi padre eso era una vergüenza: hacer la cola delante de una ventanilla que decía “Perón cumple, Evita dignifica”, era confesarse pobre y peronista. Y mi padre, que era empleado público y no tenía la tozudez de Bartleby el escribiente, odiaba a Perón y a su régimen como se aborrecen las peras en compota o ciertos pecados tardíos.
Estar en la fila agitaba el corazón: ¿quedaría todavía una pelota de fútbol cuando llegáramos a la ventanilla? ¿O tendríamos que contentarnos con un camión de lata, acaso con la miniatura del coche de Fangio? Mirábamos con envidia a los chicos que se iban con una caja de los soldaditos de plomo del general San Martín: ¿se llevaban eso porque ya no había otra cosa, o porque les gustaba jugar a la guerra? Yo rogaba por una pelota, de aquellas de tiento, que tenían cualquier forma menos redonda.

En aquella tarde de 1950 no pude tenerla. Creo que me dieron una lancha a alcohol que yo ponía a navegar en un hueco lleno de agua, abajo de un limonero. Tenía que hacer olas con las manos para que avanzara. La caldera funcionó sólo un par de veces pero todavía me queda la nostalgia de aquel chuf, chuf, chuf, que parecía un ruido de verdad, mientras yo soñaba con islas perdidas y amigos y novias de diecisiete años. Recuerdo que ésa era la edad que entonces tenían para mí las personas grandes.
Rara vez la lancha llegaba hasta la otra orilla. Tenía que robarle la caja de fósforos a mi madre para prender una y otra vez el alcohol y Juana y yo, que íbamos a bordo, enfrentábamos tiburones, alimañas y piratas emboscados en el Amazonas pero mi lancha peronista era como esos petardos de Año Nuevo que se quemaban sin explotar.
El General nos envolvía con su voz de mago lejano. Yo vivía a mil kilómetros de Buenos Aires y la radio de onda corta traía su tono ronco y un poco melancólico. Evita, en cambio, tenía un encanto de madre severa, con ese pelo rubio atado a la nuca que le disimulaba la belleza de los treinta años.
Mi padre desataba su santa cólera de contrera y mi madre cerraba puertas y ventanas para que los vecinos no escucharan. Tenía miedo de que perdiera el trabajó. Sospecho que mi padre, como casi todos los funcionarios, se había rebajado a aceptar un carné del Partido para hacer carrera en Obras Sanitarias. Para llegar a jefe de distrito en un lugar perdido de la Patagonia, donde exhortaba al patriotismo a los obreros peronistas que instalaban la red de agua corriente.
Creo que todo, entonces, tenía un sentido fundador. Aquel “sobrestante” que era mi padre tenía un solo traje y dos o tres corbatas, aunque siempre andaba impecable. Su mayor ambición era tener un poco de queso para el postre. Cuando cumplió cuarenta años, en los tiempos de Perón, le dieron un crédito para que se hiciera una casa en San Luis. Luego, a la caída del General, la perdió, pero seguía siendo un antiperonista furioso.
Después del almuerzo pelaba una manzana, mientras oía las protestas de mi madre porque el sueldo no alcanzaba. De pronto golpeaba el puño sobre la mesa y gritaba: “¡No me voy a morir sin verlo caer!”. Es un recuerdo muy intenso que tengo, uno de los más fuertes de mi infancia: mi padre pudo cumplir su sueño en los lluviosos días de septiembre de 1955, pero Perón se iba a vengar de sus enemigos y también de mi viejo que se murió en 1974, con el general de nuevo en el gobierno.
En el verano del 53, o del 54, se me ocurrió escribirle. Evita ya había muerto y yo había llevado el luto. No recuerdo bien: fueron unas pocas líneas y él debía recibir tantas cartas que enseguida me olvidé del asunto. Hasta que un día un camión del correo se detuvo frente a mi casa y de la caja bajaron un paquete enorme con una esquela breve: “Acá te mando las camisetas. Pórtense bien y acuérdense de Evita que nos guía desde el cielo”. Y firmaba Perón, de puño y letra. En el paquete había diez camisetas blancas con cuello rojo y una amarilla para el arquero. La pelota era de tiento, flamante, como las que tenían los jugadores en las fotos de El Gráfico.
El General llegaba lejos, más allá de los ríos y los desiertos. Los chicos lo sentíamos poderoso y amigo. “En la Argentina de Evita y de Perón los únicos privilegiados son los niños”, decían los carteles que colgaban en las paredes de la escuela. ¿Cómo imaginar, entonces, que eso era puro populismo demagógico?
Cuando Perón cayó, yo tenía doce años. A los trece empecé a trabajar como aprendiz en uno de esos lugares de Río Negro donde envuelven las manzanas para la exportación. Choice se llamaban las que iban al extranjero; standard las que quedaban en el país. Yo les ponía el sello a los cajones. Ya no me ocupaba de Perón: su nombre y el de Evita estaban prohibidos. Los diarios llamaban “tirano prófugo” al General. En los barrios pobres las viejas levantaban la vista al cielo porque esperaban un famoso avión negro que lo traería de regreso.
Ese verano conocí mis primeros anarcos y rojos que discutían con los peronistas una huelga larga. En marzo abandonamos el trabajo. Cortamos la ruta, fuimos en caravana hasta la plaza y muchos gritaban “Viva Perón, carajo”. Entonces cargaron los cosacos y recibí mi primera paliza política. Yo ya había cambiado a Perón por otra causa, pero los garrotazos los recibía por peronista. Por la lancha a alcohol que casi nunca anduvo. Por las camisetas de fútbol y la carta aquella que mi madre extravió para siempre cuando llegó la Libertadora.
No volví a creer en Perón, pero entiendo muy bien por qué otros necesitan hacerlo. Aunque el país sea distinto, y la felicidad esté tan lejana como el recuerdo de mi infancia al pie del limonero, en el patio de mi casa.
En Cuentos de los Años Felices,
Editorial Sudamericana,1993.

2- Identifique fechas y hechos que se suceden en el relato.
3- ¿Cómo califica el autor a la política social del primer peronismo? ¿Por qué?
4- ¿Qué presencia tuvo Perón en la política argentina luego de 1955?